Cochinilla algodonosa: diagnóstico, impacto y control racional

Planococcus ficus, conocido comúnmente como cochinilla harinosa de la vid, es un insecto hemíptero de cuerpo ovalado y alargado, con el dorso ligeramente convexo y la parte ventral plana. Su coloración natural es amarillo pálido, aunque está recubierto por una secreción cerosa blanca que le confiere un aspecto harinoso característico. Las hembras adultas, que alcanzan entre 4 y 4,5 milímetros de longitud, presentan una movilidad limitada y están rodeadas por una corona de filamentos cerosos cortos y uniformes, con algunos más largos en la parte posterior del abdomen. El aparato bucal es del tipo picador-chupador, especializado en extraer savia de los tejidos vegetales, lo que contribuye al debilitamiento de la planta hospedadora.

Los machos adultos, por su parte, son más pequeños y menos cerosos. Poseen un par de alas funcionales que les permiten desplazarse en busca de hembras para la reproducción. A diferencia de las hembras, los machos carecen de aparato bucal funcional, ya que no se alimentan durante su breve vida adulta. Sus antenas largas y filiformes están adaptadas para detectar feromonas sexuales emitidas por las hembras.

Biología:

Para controlar una plaga de cochinilla es esencial conocer y comprender el ciclo de vida, el cual es complejo, multivoltino y altamente influenciado por las condiciones climáticas. Comprende desde la puesta del huevo hasta la emergencia del adulto, con fases bien diferenciadas que permiten diseñar estrategias de control específicas para cada estadio, consiguiendo así un alto nivel de control con un mínimo impacto sobre la flora y la fauna auxiliar.



Para describir las distintas etapas biológicas y los distintos estadíos de la plaga haremos una breve descripción de cada una de esas fases desde la oviposición hasta su etapa adulta.

1. Oviposición

La hembra adulta deposita entre 300 y 600 huevos en estructuras cerosas llamadas ovisacos, que protegen la puesta del ambiente y de depredadores. Estos ovisacos suelen ubicarse en zonas protegidas de la planta, como grietas en la corteza, debajo de restos vegetales o entre racimos densos. La duración de esta fase depende de la temperatura, siendo más rápida en condiciones cálidas.

2. Huevos

Los huevos son ovalados, blanquecinos y de pequeño tamaño. Eclosionan en pocos días (2–10 días según temperatura), dando lugar a ninfas móviles que comienzan a dispersarse activamente en busca de zonas de alimentación.

3. Ninfa de primer estadio (crawler)

Este estadio es el más móvil y vulnerable. Las ninfas recién nacidas, llamadas crawlers, tienen cuerpo alargado, sin cera visible, y se desplazan activamente por la planta. Es el momento óptimo para aplicar tratamientos de contacto o introducir enemigos naturales. Se alimentan de savia y comienzan a secretar cera progresivamente.

4. Ninfa de segundo estadio

En este estadio, el insecto comienza a desarrollar una capa cerosa más visible. La movilidad disminuye y se concentra en zonas protegidas del cultivo. Continúa alimentándose del floema, debilitando la planta y excretando melaza que favorece la aparición de fumagina.

5. Ninfa de tercer estadio

La diferenciación sexual comienza a ser evidente. Las hembras continúan desarrollándose hacia la fase adulta, mientras que los machos inician la formación de estructuras preimaginales como las alas. La secreción cerosa es más abundante y el insecto se vuelve más críptico.

6. Pupa (solo en machos)

Los machos pasan por una fase pupal dentro de una cápsula cerosa. En esta etapa no se alimentan y permanecen inmóviles. La duración depende de la temperatura y puede extenderse varios días.

7. Adulto

  • Hembra: Alcanza la madurez sexual, permanece inmóvil, continúa alimentándose y comienza la oviposición. Su longevidad puede superar las 3 semanas en condiciones favorables.

  • Macho: Alado, no se alimenta, vive pocos días (1–3), y se dedica exclusivamente a la búsqueda de hembras mediante detección de feromonas sexuales.

Características adicionales

  • Multivoltinismo: Puede completar 3 a 7 generaciones por año, dependiendo del clima. En zonas cálidas como Galicia en verano, el ciclo puede acortarse a 30 días.

  • Criptobiosis: Se refugia en zonas de difícil acceso, lo que dificulta su control.

  • Sincronización fenológica: Su desarrollo se solapa con fases sensibles del cultivo (floración, cuajado, maduración), aumentando el impacto económico.



Temperatura base y grados día por fase

El desarrollo de Planococcus ficus está estrechamente ligado a la acumulación de grados día (GD), un parámetro que permite predecir el ritmo de crecimiento en función de la temperatura ambiente. La temperatura base (umbral inferior) para esta especie se ha establecido en 10 °C, por debajo de la cual no se produce desarrollo significativo.

1. Huevos

La fase de incubación requiere entre 50 y 70 GD, dependiendo de la humedad y exposición. En condiciones óptimas (27–28 °C), la eclosión puede ocurrir en 2–5 días.

2. Ninfa de primer estadio

Este estadio móvil y vulnerable necesita aproximadamente 80–100 GD para pasar al segundo estadio. Es el momento ideal para aplicar tratamientos de contacto o introducir enemigos naturales.

3. Ninfa de segundo estadio

Con menor movilidad y mayor secreción cerosa, esta fase requiere 90–110 GD. El insecto se vuelve más críptico y difícil de alcanzar con tratamientos convencionales.

4. Ninfa de tercer estadio

La diferenciación sexual comienza. Las hembras siguen acumulando reservas, mientras los machos se preparan para pupar. Esta fase demanda 100–120 GD.

5. Pupa (machos)

La fase pupal, exclusiva de los machos, requiere 60–80 GD. Durante este tiempo, el insecto permanece inmóvil y protegido por una cápsula cerosa.

6. Adulto

La longevidad del adulto no depende directamente de grados día, pero su aparición está condicionada por la acumulación total. Las hembras pueden vivir hasta 20 días, mientras los machos apenas sobreviven 1–3 días.

 

El periodo crítico de Planococcus ficus representa el momento de mayor riesgo agronómico y económico dentro del ciclo de esta plaga. No se trata de una fase puntual, sino de una ventana dinámica en la que confluyen factores biológicos, climáticos y fenológicos que amplifican su impacto sobre el cultivo. En este intervalo, la densidad poblacional alcanza niveles elevados debido a la aceleración del ciclo reproductivo, especialmente en condiciones cálidas. Las generaciones se solapan, y es común encontrar huevos, ninfas y adultos conviviendo en la misma planta, lo que complica el diagnóstico y la intervención.

Durante este periodo, la presencia de ninfas de primer estadio —conocidas como crawlers— marca un punto de inflexión. Estas ninfas recién eclosionadas son altamente móviles y vulnerables, lo que las convierte en el blanco ideal para tratamientos de contacto o para la introducción de enemigos naturales. Sin embargo, su movilidad también favorece la dispersión de la plaga por todo el cultivo, colonizando racimos, hojas jóvenes y zonas protegidas como grietas en la corteza o restos vegetales. Esta capacidad de ocultamiento, conocida como criptobiosis, dificulta el acceso de productos fitosanitarios y de agentes de control biológico, aumentando la persistencia de la plaga.

El periodo crítico suele coincidir con fases sensibles del cultivo, como el cuajado y la maduración del fruto. En el caso de la vid, la presencia de cochinillas en racimos puede comprometer la calidad comercial, no solo por el daño directo, sino por la excreción de melaza que favorece el desarrollo de fumagina. Esta capa negra de hongos saprófitos reduce la fotosíntesis, afecta la estética del producto y puede invalidar partidas enteras por criterios fitosanitarios o de exportación.

Las condiciones climáticas también juegan un papel determinante. Temperaturas entre 25 y 30 °C, combinadas con baja humedad relativa y escasa precipitación, crean un entorno ideal para la reproducción acelerada de Planococcus ficus. En estas circunstancias, el ciclo completo puede reducirse a apenas 30 días, permitiendo hasta siete generaciones anuales en zonas cálidas. Esta velocidad reproductiva exige un monitoreo constante y una capacidad de respuesta técnica bien estructurada.



Detección y monitoreo técnico en viñedos

La cochinilla harinosa de la vid es una plaga críptica, que se oculta en zonas protegidas del cultivo y cuya presencia suele pasar desapercibida hasta que los daños son evidentes. Por ello, el monitoreo debe comenzar antes de la brotación, inspeccionando la base de los sarmientos, la corteza vieja y las zonas de poda, donde pueden permanecer ovisacos y ninfas invernantes. Esta fase inicial permite detectar focos residuales y planificar intervenciones preventivas.

A medida que avanza el ciclo vegetativo, el monitoreo debe intensificarse. Desde el cuajado del racimo hasta la maduración, se recomienda realizar inspecciones semanales, prestando atención a brotes jóvenes, entrenudos, racimos densos y zonas con escasa ventilación. En estos puntos, la plaga encuentra refugio y condiciones óptimas para reproducirse. El uso de trampas cromáticas amarillas permite detectar la presencia de machos alados, especialmente en primavera y verano, cuando se producen los vuelos de apareamiento. Estas trampas deben colocarse a nivel de la vegetación y revisarse cada 7 días.

Además, el empleo de difusores de feromonas sexuales puede facilitar la detección temprana y el seguimiento poblacional. Aunque los machos de P. citri también responden a la feromona de P. ficus, la respuesta no es recíproca, por lo que es importante utilizar formulaciones específicas. El conteo de individuos en trampas, junto con el cálculo de grados día acumulados, permite anticipar la aparición de estadios móviles y planificar el momento óptimo de intervención.

Los daños visibles incluyen la presencia de melaza en racimos, desarrollo de fumagina, deformaciones en hojas y brotes, y debilitamiento general de la planta. En casos avanzados, la calidad comercial de la uva se ve comprometida, y pueden producirse pérdidas económicas significativas. Por ello, el monitoreo no debe limitarse a la detección de síntomas, sino que debe basarse en la observación directa de individuos, el análisis de condiciones ambientales y la interpretación fenológica del cultivo.



UDE (Umbral de daño económico)

El concepto de umbral de daño económico (UDE) se refiere al nivel poblacional de una plaga a partir del cual las pérdidas económicas superan el coste de la intervención. En el caso de Planococcus ficus, este umbral varía según el tipo de cultivo (uva de mesa o vinificación), el destino comercial, la sensibilidad del mercado y las condiciones agroclimáticas.

En uva de mesa, el UDE es especialmente bajo. La presencia de una sola cochinilla visible por racimo puede invalidar la partida por criterios estéticos o fitosanitarios, especialmente en mercados de exportación. En estos casos, se recomienda intervenir incluso con niveles mínimos de infestación, priorizando métodos biológicos o biotécnicos para evitar residuos.

En uva de vinificación, el umbral puede tolerar algo más de presión, pero sigue siendo crítico en fases como el cuajado y la maduración. Diversos estudios y experiencias de campo sitúan el UDE en torno a 1–2 individuos por racimo, o 5–10% de racimos infestados en muestreos aleatorios. Superar este umbral implica riesgo de fumagina, pérdida de calidad y dificultad en la vinificación, además de favorecer la dispersión de la plaga en campañas siguientes.

El momento de intervención no debe basarse únicamente en el conteo visual, sino en una evaluación multifactorial: presencia de estadios móviles, acumulación de grados día, condiciones climáticas favorables y presión histórica de la plaga. En ID Cerxedo, recomendamos integrar estos datos en protocolos predictivos que permitan actuar antes de que el daño sea irreversible, siempre priorizando la sostenibilidad y la rentabilidad.



Lucha biológica contra la cochinilla algodonosa

El control biológico de Planococcus ficus no consiste en “soltar bichos” como último recurso, sino en integrar organismos beneficiosos dentro de una estrategia racional y anticipada. Frente a una plaga que se refugia, se reproduce con rapidez y genera daños indirectos a través de la melaza y la fumagina, la introducción de enemigos naturales permite actuar con precisión sobre los estadios más vulnerables, sin comprometer la biodiversidad ni la calidad del cultivo.

En ID Cerxedo concebimos el control biológico como una herramienta de restauración ecológica: no buscamos erradicar la cochinilla, sino devolver al sistema su capacidad de autorregulación.

A continuación, presentamos los principales aliados biológicos utilizados en nuestros protocolos, con sus características, dosis recomendadas y momentos óptimos de intervención:



1. Cryptolaemus montrouzieri Conocida como la “mariquita australiana”, es un depredador generalista especializado en cochinillas harinosas. Se comercializa en forma de adultos o larvas, y destaca por su alta voracidad y movilidad. Es especialmente eficaz entre los 150 y 300 grados día acumulados (GDA), cuando predominan las ninfas móviles. Su eficacia disminuye con temperaturas por debajo de 15 °C y requiere control de hormigas para actuar con libertad.

2. Anagyrus vladimiri Avispa parasitoide específica de Planococcus ficus. Se libera en forma de adultos o pupas, y actúa entre los 300 y 500 GDA, coincidiendo con la transición a adulto de la cochinilla. Su alta especificidad lo hace compatible con otros depredadores como Cryptolaemus. Es sensible a tratamientos químicos recientes, por lo que se recomienda evitar insecticidas antes y después de suelta.

3. Nephus bipunctatus Mariquita de dos puntos, depredador de pseudocóccidos. Se adapta bien a climas templados como el gallego y se libera entre los 200 y 400 GDA. Aunque su voracidad es menor que la de Cryptolaemus, complementa su acción en momentos de alta presión.

  1. Aphytis melinus Avispa parasitoide utilizada como refuerzo, especialmente en zonas con presencia de Planococcus citri. Se libera entre los 400 y 600 GDA, aunque su eficacia sobre P. ficus es menor. Se emplea como apoyo en estrategias mixtas, evitando su uso si hay tratamientos químicos recientes o presencia activa de otros parasitoides.

 

Control químico: precisión, compatibilidad y bajo impacto

El control químico de la cochinilla algodonosa debe entenderse como una herramienta complementaria dentro de una estrategia integrada. En ID Cerxedo no lo concebimos como una respuesta reactiva, sino como una intervención puntual, dirigida y compatible con la lucha biológica. Los productos seleccionados en el protocolo de Salvaterra priorizan el bajo impacto ambiental, la ausencia de residuos y la compatibilidad con enemigos naturales, permitiendo actuar en momentos clave sin comprometer el equilibrio del sistema.

A continuación, se describen los principios activos recomendados, sus modos de acción, dosis y momentos óptimos de aplicación:

Aceite de parafina (mineral refinado)

  • Modo de acción: Insecticida físico que cubre el cuerpo de la cochinilla y sus huevos, bloqueando la respiración.

  • Dosis: 1–1.5% en volumen (10–15 L/ha en 1.000 L de caldo).

  • Aplicaciones clave:

    • Febrero–marzo: tratamiento de invierno sobre madera desnuda.

    • Junio: refuerzo tras primera generación si hay presión alta.

    • Octubre: postvendimia para reducir población invernante.

  • Ventajas: Alta eficacia sobre huevos y ninfas, compatible con agricultura ecológica, no genera resistencias.

Jabón potásico

  • Modo de acción: Disuelve la capa cerosa de la cochinilla, provocando deshidratación.

  • Dosis: 1–2% en volumen.

  • Aplicaciones clave:

    • Abril–mayo: coincidiendo con aparición de ninfas móviles.

    • Julio: en mezcla con aceite de parafina si hay focos activos.

  • Ventajas: Biodegradable, compatible con enemigos naturales.

Piretrinas naturales

  • Modo de acción: Actúan sobre el sistema nervioso de la cochinilla.

  • Dosis: 0.5–1% en volumen.

  • Aplicaciones clave:

    • Agosto: solo en focos localizados y en momentos de baja actividad de parasitoides.

  • Ventajas: Rápida acción, permitido en ecológico si no contiene sinergistas como PBO.

Este enfoque químico se aplica con criterios de compatibilidad: se evita el uso de insecticidas 7 días antes y después de las sueltas biológicas, y se priorizan días templados, sin viento, para maximizar la eficacia y minimizar el impacto. En ID Cerxedo, cada aplicación responde a un diagnóstico técnico, no a una rutina, y se integra en un calendario térmico que permite anticipar los momentos críticos del ciclo de la plaga.



Tabla resumen: Cochinilla algodonosa (Planococcus ficus)

Aspecto

Detalle técnico

Plaga

Cochinilla algodonosa de la vid (Planococcus ficus)

Daño

Succión de savia, excreción de melaza, desarrollo de fumagina, debilitamiento general

Periodo crítico

Desde cuajado hasta maduración del racimo; alta presión en envero

Temperatura base (TB)

10 °C

Grados día (GD)

Ciclo completo: ~555 GD; ninfa I: 80–100 GD; adulto: >500 GD

Estadio más vulnerable

Ninfa de primer estadio (crawler)

Detección

Observación visual, trampas cromáticas, difusores de feromonas, cálculo de GD

UDE (Umbral de daño económico)

Uva de mesa: 1 cochinilla/racimo; vinificación: 1–2 cochinillas o 5–10% racimos infestados

Control biológico

Cryptolaemus montrouzieri, Anagyrus vladimiri, Nephus bipunctatus, Aphytis melinus

Control químico

Aceite de parafina, jabón potásico, piretrinas naturales (solo en focos localizados)

Compatibilidad

Evitar insecticidas 7 días antes/después de sueltas biológicas; priorizar días templados

Prevención cultural

Poda en verde, deshojado selectivo, control de malezas, manejo del vigor